7 Mar, 2014 | Nos comentaba Doña Elodia que nunca había visto una comedia con un argumento tan estúpido y contradictorio y a la vez tan macabro y con tanta intención de desgracia para un país, como la que cumple, con un libreto casi perfecto, una parte del oposicionismo venezolano.

Ante esta dolorosa realidad, nos preguntamos: ¿Por qué tanta maldad?, ¿por qué tanto deseo de dañar a una nación? Para nadie es un secreto que el 55% de la población venezolana es chavista o se identifica con este proceso bolivariano y revolucionario. Un 35% es de oposición y tiene todo su derecho de serlo, eso es democracia. Un 10% no comparte ni con el chavismo ni con la oposición o prefiere no meterse en esas profundidades de la política. De esta distribución porcentual, lo único claro de la situación de violencia y desestabilización que vive el país, es que del 35% de la oposición, solo un 10% sabe perfectamente lo que está haciendo. Estos son los protagonistas del libreto yankee-colombo-panameño-venezolano. Ellos mandan y se enconchan, tiran la piedra y esconden la mano, pagan, se victimizan y huyen y son quienes mueven los hilos desestabilizadores y el clamor de intervención de los marines, que ejecuta el otro 25% opositor: disociados, irracionales, infestados de odio contra todo lo que huela a chavismo. Esta y solo esta es la verdad sobre las guarimbas de la muerte, lo demás, como bien lo diría el Ruiseñor de Antolín, es puro cuento.

Los venezolanos y las venezolanas inteligentes y de paz, que son la mayoría, ya no se comen el cuento de que los guarimberos son estudiantes, porque saben que son vagos de papi y mami que lo menos que les importa es el estudio ya que lo tienen todo. A estos papás y mamás, como a sus monstricos, lo único que los motiva es recuperar los privilegios que les brindaba la dictadura democrática del puntofijismo. Privilegios, que gracias a Chávez perdieron y que nunca volverán a tener. De igual modo, basta darles una mirada a las camionetotas y carrotes último modelo que conducen, para desechar que sus protestas son por la situación económica del país.

La delincuencia, que podría ser un buen alegato para protestar, se transforma en cinismo cuando con su conducta criminal demuestran ser los mayores delincuentes del país. El no a la violencia resulta también un ejercicio del mundo al revés, ya que no hay en el país nadie más violento que estos carajitos y sus progenitores. La carencia de artículos de la dieta diaria tampoco les pega, porque en Venezuela, desgraciadamente, existen bastantes McDonald's, Wendy's y tantos otros locales de comida chatarra que son, al final de cuentas, lo que esta clase con tantas ganas y orgullo traga.

Sin lugar a dudas, lo más cómico y aberrante de esta comedia son los gritos de amor a la patria que vociferan estos terroristas opositores. Quien ama a su país no desea que nadie lo invada, no lo destruye y quema y menos asesina a sus hermanos.

Por estas razones y conociendo el torbellino sanguíneo del pueblo patriota, le recomendamos a esta secta oposicionista: dejen quieto lo que está quieto. No provoquen al pueblo glorioso y tranquilo, porque les puede salir un Gloria al Bravo Pueblo. Por ahora está bueno, hasta el próximo Zaperoco.