Betsy Landaeta, muy proactiva. / Foto: ARCHIVO

15 Jun, 2014 | Cada ser humano acumula historia, con satisfacciones y reveses. En el caso de Betsy Landaeta, ella ha sido ejemplo de trabajo, y luego de ejercer la docencia en otras áreas del saber encontró en la gastronomía el alimento para su alma y oxígeno de vida, porque afirma que ama lo que hace. Es amante de ese arte del cocinar.

Saborea así cada instante de su vida. Es caraqueña y ahora margariteña de corazón. En esta geografía insular narra parte de su vida: "Vine al mundo un 31 de julio en la emblemática parroquia Candelaria de Caracas y aun cuando nadie lo crea, esa noche hubo fuegos artificiales. Mi mami decía que no sabía si yo había sido un regalo para mi papá, quien estaba de cumpleaños ese mismo día, o la interrupción de una muy acalorada partida de dominó con su grupo de amigos del Club", agrega entre risas.

Experiencia familiar

"Mi familia era numerosa y no por nosotros, porque nos contábamos apenas papá, mamá y mi hermano mayor, pero la casa grande, la de mis abuelos, con todos mis tíos y primos hermanos conformamos la mejor familia del mundo. No desaprovechábamos ningún buen momento para celebrar y los festines eran de mucha comida, pero de poca bebida, pues nuestro abuelo Miguel Ugas, carupanero de pura cepa, era bastante rígido con el tema de los licores y los ejemplos en la familia.

Para él lo más importante era la familia, y nos reunía a todos para compartir un buen turrón de Alicante y nos daba un trozo del mismo tamaño, o sencillamente nos ponía a pensar jugando Scrabble. Piezas de madera que había que cuidar para no rayar ninguna, para armar un rompecabezas de 5.000 piezas todas chiquiticas, o para orar. Sin embargo, nuestra querida y amada abuela Máxima Herrera de Ugas no se limitaba en sacar su botella de ponsigué que guardaba celosamente en 'el escaparate', maceradita de años, o el ponche crema que ella misma preparaba y hacer el respectivo brindis familiar con 'un palito'.

Desde mis abuelos a mis tíos que eran nueve más mi madre diez, en su mayoría todos cocinaban y el que no, pues ayudaba. En la casa grande de mis abuelos donde convivimos por mucho tiempo, hasta el 'pan nuestro de cada día' se preparaba de manera artesanal y se comía calientico. Las artífices siempre fueron mi abuela, mi madre y la más pequeña de mis tías a quien cariñosamente llamamos 'la Mini', hasta el presente no he comido un pan que se le compare en sabor al que preparaban esas hermosas mujeres de mis afectos".

De Caracas a Margarita

En Caracas estudió, trabajó, se casó dos veces y tuvo a sus hijas July y Jual. "Recuerdo que cuando vivía en Caracas y trabajaba en la Torre Oeste de Parque Central, le pedía a Dios con vehemencia que me sacara de esa torre de concreto y me llevara a un lugar con playas, palmeras, montañas y que el cielo estuviera siempre azul y en donde se vieran las estrellas; un lugar donde pudiera caminar y que mis hijas crecieran respirando aire puro".

Narra una vida rica en experiencias familiares. / Foto: VANESSA RANGEL

Siente que en el transcurrir del tiempo Dios la escuchó, y por eso siente que su estadía en Margarita desde hace 20 años es parte de esa bendición de vivir frente al mar.

"Uno de los mejores regalos que la Isla me ha dado ha sido la oportunidad de acreditarme como Chef Internacional en el Instituto Iberoamericano de Recreación, Turismo y Gastronomía, presidido por Juan José Hassán. Formé parte de su staff de instructores y ejerzo en diferentes cátedras culinarias".

Betsy Landaeta ahora inició el proyecto independiente "BetsyBlu Chef Talleres Gourmet", el cual arrancó en enero del presente año enfocado al área de la organización de eventos, catering, talleres, cursos cortos, chef at home, entre otros.