José Vivas, arquitecto de profesión. / Foto: JOSUÉ STEIN

2 Nov, 2014 | A los 14 años José Vivas le echó una última mirada a su pueblo natal de Táriba en el estado Táchira. Iba a bordo del autobús que lo llevaría rumbo a Caracas. Dejaba atrás la bucólica tierra, a su madre y hermanos, los deliciosos desayunos de pisca andina, grandes y delgadas arepas asándose en el budare, y sobre todo las vivencias de una infancia y adolescencia que ahora, tantos años después, aún atesora en su memoria.

-Salí de mi pueblo a los 14 años. Viajé en una colita que me dio el chofer de la unidad, quien prácticamente me regaló el pasaje, pero no tenía asiento asignado sino que accedió a que me sentara en las escaleras del autobús.

-¿Y qué le impulsó a agarrar camino hacia Caracas siendo tan joven?

-Pienso que fueron las ganas de superarme y probar suerte. En Caracas tenía una tía que era mi única referencia. Claro, no era la ciudad tan agitada de ahora.

Cuando hay el arrojo de juventud y hasta el afán de aventurarse entre los nuevos vericuetos de la vida, no se siente miedo. "Allí terminé de estudiar el bachillerato, y a los 17 años estudiaba y trabajaba".

Confiesa que cuando salió de Táriba ni tenía idea de lo que era la arquitectura. "Prácticamente venía de una aldea y mi mundo era realmente el propio del campesino".

Ya establecido en Caracas acudió a una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo, titulada "Arquitectura de tierra", del maestro Carlos Raúl Villanueva. Esta le impactó grandemente. Era un homenaje de ese formidable arquitecto a Venezuela donde estaban presentes los elementos del barro, la madera y el agua.

Vivas se sorprendió porque justo eran los elementos que habían prevalecido en su día a día de niño y adolescente, vinculados a los juegos. Relata que en Táriba tenía un vecino carpintero y allí entre el aserrín él rescataba los pedacitos de madera, con los cuales construía las pequeñas casas, y con las mangueras creaba su incipiente sistema hidráulico. El barro complementaba los recursos infantiles para que ese ejercicio de ingenio terminara en un juego de gran arraigo, y premonitorio de los urbanismos que, a futuro, desarrollaría ya de profesional. "Entonces comencé a investigar qué era la arquitectura, su vínculo con el arte y todo lo que se construye. Comencé a buscar la manera de ingresar a la universidad. Tras un primer intento fallido, junto a otros 17 que aspirábamos entré a la Facultad de Arquitectura de la UCV".

En el ejercicio

Asegura que ejercer la profesión ha sido para él un disfrute total. Como estudiaba y trabajaba tuvo la oportunidad de ejercer en el entonces Ministerio de Desarrollo Urbano (Mindur), donde varios de sus jefes a la par eran profesores de la Universidad Central de Venezuela. El aprendizaje era constante.

Actualmente labora en la Alcaldía de Marcano, en Juan Griego, pero también fue director del Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez y directivo del Ciene.

-¿Y cómo llegó a Margarita?

-Eso fue en 1992. Realmente venía con unos contratos que luego no prosperaron. Mi idea inicial era que con ese dinero de los contratos podría reunir para irme a Nueva York.

Su intención era que Margarita fuese así especie de "trampolín" para alcanzar ese otro proyecto de vida, rumbo a la ciudad de los rascacielos. Esa presencia casi casual en la Isla sin embargo fue tomando mayor peso, y su adaptación a Margarita fue total. Aquí ha laborado y dice sentirse muy a gusto, al punto de que se trajo a toda su familia.

Su mamá, María Mercedes Vivas, hoy fallecida, disfrutó mucho su residencia en esta Isla. "Aun cuando inicialmente desde Táriba esta región no era nuestro proyecto, luego sí formó parte de nuestras vidas".

Además de arquitecto, se define como un buen cocinero, sobre todo de comida española. Las paellas y las empanadas gallegas son parte de su especialidad. Disfruta de la cocina en sus momentos libres y en cuanto al arte, también crea sus esculturas.

-¿Cómo describiría esta región?

-Es un espacio geográfico fácil de entender, manejar y amar, en el cual no tiene lugar la monotonía, debe ser pienso yo que es por su propia condición de isla turística.

A José Vivas en especial le gustan esos altibajos nada aburridos de una Isla que navega entre las bajas y altas temporadas, y que la hacen por momentos cosmopolita.

Sin embargo, una de las cosas que más le preocupa es el cuido y preservación del medioambiente. Considera que este es el punto álgido, antes que abordar incluso la temática del desarrollo urbano. Observa allí una gran vulnerabilidad y aspira que sobre ese aspecto se profundice realmente, para adoptar acciones que contribuyan con una mayor calidad de vida en dicho espacio.