24 Sep, 2015 | No deja de sorprendernos el Vicario de Cristo en la Tierra. Con un conocimiento y dominio de la obra de Martí, le respondió a Raúl Castro que hay un servicio que sirve. Transitando la lógica del amor, hay que trabajar sin denuedo para proteger a los más frágiles, de allí que quien quiera ser grande, debe servir a los demás, no servirse de los demás. El primer Papa latinoamericano de la humanidad, en lenguaje sencillo pero firme, dijo a los cubanos que la reconciliación con los Estados Unidos es un proceso y como tal puede ser largo o corto, pero es un proceso, reiteró. La sabiduría diplomática de Su Santidad dejó claro la polaridad que ha marcado las relaciones de Cuba con los EUA; él ha sido el artífice del acercamiento que ha hecho posible el restablecimiento de las relaciones y la apertura de las embajadas en Washington y en la Habana. El próximo paso será poner fin al boicot y el cierre del infierno de la cárcel en Guantánamo.

Vino Francisco a Cuba cuando en ese país se vive un momento de cambios profundos que sin dejación de los principios y del pensar diferente, permita el brillo de la justicia para todos y para el bien de todos, ante una feligresía que le regaló hermosos y alegres cantos. Por eso, Francisco los invitó a todos a soñar, “no te arrugues” y ábrete a los sueños y cuenten sus sueños, utilicen el ojo de carne para ver lo tangible y el ojo de vidrio para mirar los sueños, señaló. Romper con los límites que imponen las ideologías y que enclaustran y nos separan. Llamó a que nos demos la mano en lo que tenemos en común y construyamos la solución hablando de aquellas cosas que no compartamos. Debemos trabajar –dijo Francisco- por construir la amistad social. La guerra puede ser derrotada si construimos la amistad social. En este mundo de hoy dominado por el “dios dinero”, hay que trabajar por derrotar la miseria y por practicar la misericordia para construir la esperanza. Recordó un viejo proverbio africano que dice: si quieres ir de prisa, marcha solo, si quieres llegar lejos, marcha acompañado.

Hoy, frente a este mundo convulso por las guerras, de hambrunas, de terrorismo, de paramilitarismo, de desamor, de ambiciones y de negociados fraudulentos, de oleadas de hombres, mujeres y niños que cruzan el Mediterráneo arriesgando sus vidas, huyendo de la guerra, Francisco clama porque amemos la pobreza como a una madre, que practiquemos la política del reencuentro, que luchemos por la justicia para que reine la paz y cultivemos el derecho justo para que impere la calma. El amaos los unos a los otros no es una frase hueca, es la más contundente demostración de que sí es posible practicar la misericordia para enfrentar la miseria y para que demostremos que podemos servir a los demás. Se trata de creer que el mundo de hoy no puede continuar siendo un botín sangriento para ser devorado por los poderosos. La Iglesia de Francisco está abriendo sus caminos para el reencuentro con Jesús, el que vino a servir. Creer o no, es el dilema.