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4 de mayo de 2024





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Tomasa Vicent de González, una mujer que ha vivido rodeada del más puro amor
Esta juangrieguera relata que en su vida siempre ha tenido amores que le han dejado huellas imborrables como su madre, su hermano, esposo e hijos.
Mario Guillén Montero | @imathiox

Foto: JHONNATAN BENITEZ

Tomasa Vicent de Gonzalez. / Foto: JHONNATAN BENÍTEZ

1° Nov, 2015 | Tomasa Vicent de González es una mujer que encanta a quien la conoce, su mirada dulce y la familiaridad que profesa al hablar es enternecedora. A sus 87 años esta juangrieguera recorre los pasillos de su memoria con claridad, acontecimientos, sentimientos, todo está allí como si fuera ayer.

La vida de esta mujer inicia en una pequeña y humilde casa en la calle El Sol, a la altura de La Salina, de Juan Griego. Su niñez fue feliz aunque al crecer se enteró de momentos difíciles que afrontó la familia como la muerte de su hermano mayor Hilario, quien a los 20 años falleció producto de la malaria, el abandono de su padre Hilario Vicente que produjo mucha tristeza en su madre, Eleuteria Romero.

Aún cuando la vida de esta familia no fue fácil pues su padre los dejó a la deriva a pesar de ser capitán de altura, contó con el apoyo de su hermano Jesús, quien asumió las riendas del hogar y sacó adelante a su madre, sus hermanos y a ella a quien, según palabras de Tomasa, la adoraba con el alma.

Estudió hasta el sexto grado de educación básica pues en la época las personas erróneamente no le daban mayor importancia a los estudios, ahora se pregunta cuán lejos hubiese llegado de haber seguido su preparación académica. "Tenía el apoyo de mi hermano Jesús quien era capitán de barcos en Trinidad y me propuso irme a estudiar allá. Jesús fue un padre para mí, unos cuatro años antes de que muriera se lo dije. Con su avanzada edad temí que falleciera y no se lo dijera, cuando se lo confesé me dijo que él sabía mi sentir".

Cuenta que el amor siempre lo tuvo muy de cerca, pues quien fuese su esposo Félix Rafael González tenía un parentesco lejano con la familia de su madre.

Foto: JHONNATAN BENÍTEZ.

Tomasa Vicent de González, siempre colaboradora, pertenecía al grupo de ayuda de la iglesia y formó parte de la directiva del Club de Leones por muchos años. / Foto: JHONNATAN BENÍTEZ

Comenta que a pesar de llevarse 10 años entre ellos el amor floreció muy pronto, pero tampoco fue sencillo pues su familia se oponía a que se casara pues la querían mucho.

Además, de que Félix tuvo una novia por años pero no se casó con ella y esto no era bien visto en la época.

Finalmente se casaron el 23 de diciembre del año 1950 iniciando lo que ella asevera es la mejor etapa de su vida, pues conoció la felicidad plenamente.

A pesar de que no tenían mucho dinero, con trabajo y dedicación lograron construir un hogar y formar una familia con valores y buenas costumbres.

Junto a Félix tuvo seis hijos: Morelba Leonor, Félix Rafael, Manuel Enrique, José Gregorio y Gregorio José, quienes son morochos, y por último a Belkis José.

Tomasa Vicent de González dice vivir una vida plena y feliz, a la que no le cambiaría absolutamente nada.

Precursores del turismo

Con orgullo, Tomasa Vicent de González señala que su esposo Félix fue precursor del turismo en Nueva Esparta pues cuando aún no existían ferris, este adquirió una motolancha llamada "María Rosario" para cubrir la ruta Juan Griego - Puerto La Cruz - La Guaira.

"Eso era ruqui, ruqui y dale, dale. Mi esposo no paraba de trabajar. Tenía que mantener a una gran familia".

Gracias a esta labor construyó la casa donde aún reside, en la calle El Sol de Juan Griego. Con la llegada de los ferris en Punta de Piedras abandonó este trabajo para emprender una nueva aventura.

Gastronomía

Como todo un visionario, Félix González le dijo a su esposa que montarían el mejor de los restaurantes en la ciudad crepuscular. Este se llamó "La Gaviota", donde la gastronomía marina resaltaba.

Tomasa recuerda que este fue un reto para ella pues daba mucho trabajo, pero fue satisfactorio porque de toda la Isla iba gente a probar el escabeche de carite que ella preparaba.

Después de varios años dejaron el negocio de la comida para abrir una tienda, "Variedades El Sol", donde se vendía de todo, desde una aguja hasta los más finos textiles y calzados.




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