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4 de mayo de 2024





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Una vida generando placer en los paladares de los asuntinos y visitantes a la capital
Las empanadas de esta mujer son referencia en toda Nueva Esparta e incluso en el mundo porque muchos turistas las han degustado.
Mario Guillén Montero | @imathiox

Foto: JHONNATAN BENÍTEZ

Enérida Salcedo fue nombrada patrimonio cultural viviente de La Asunción, durante la gestión municipal de Leopoldo Espinoza Prieto. / Foto: JHONNATAN BENÍTEZ

8 Nov, 2015 | Enérida Salcedo es una mujer que ha dedicado su vida saciar el apetito de los neoespartanos. Quien en La Asunción ha pasado por la plaza Luisa Cáceres de Arismendi, ha debido degustar una de sus empanadas.

Espontánea y ocurrente, esta celebérrima empanadera comentó que eligió esta labor para mantener a sus hijos.

Para ella es imposible contabilizar las medialunas que ha preparado en su vida, pero sabe que cada una de estas han sido el sustento de ella y los suyos.

Enérida recuerda su infancia en las calles asuntinas del cerro que da al fortín España en Santa Ana, allí en una humilde casa de la calle Bolívar dio sus primeros pasos. Cursó estudios en la escuela Luisa Cáceres de Arismendi, allí conoció amistades entrañables y se enamoró por primera vez.

Cuenta que al salir del colegio se iba junto a sus compañeros a la plaza Luisa Cáceres de Arismendi donde pasaba horas de juegos y pláticas con sus amigas, Jamás imaginó que la mayor parte de su vida la pasaría en este lugar.

Allí se reunía con sus hermanos y amigos para escuchar la retreta que era tocada por la Banda del estado Nueva Esparta, para ella era uno de las cosas que más disfrutaba en su juventud.

Mientras escuchaba las notas de cada uno de los instrumentos, se desconectaba y sentía cómo la alegría invadía su cuerpo.

Muchas historias son las que Enérida Salcedo puede contar de esta plaza que ahora es el epicentro cultural asuntino.

"Los mejores aguinaldos y parrandas los hacía el gobernador Heraclio Narváez en esta plaza. De todas partes de la isla de Margarita venían personas para disfrutar de este evento. Era muy hermoso y la pasábamos muy bien".

Mucho respeto

La Asunción de la juventud de esta mujer trabajadora era un pueblo donde había mucho respeto y las personas eran cordiales, pero sobre todo la gente era muy atenta y se ayudaban los unos con los otros, sin necesidad de nada a cambio.

"Esto era muy seguro, no se hablaba jamás de un atraco o un robo. Mucho menos de asesinatos. Había un respeto absoluto a los policías y a los militares, no como ahora", explicó Salcedo.

Señaló que era una estudiante brillante, pero quizás necesitó una mejor orientación por parte de sus padres para tomar un camino distinto en su vida.

A pesar de que se pregunta lo que pudo ser, está conforme con la vida que ha llevado pues han sido en su mayoría momentos maravillosos, pero como la vida de todo ser humano, no todo es color de rosa.

Muy joven salió embarazada, por lo que le tocó luchar por sus hijos y aseguró que aún con la edad que tiene sigue batallando por ellos.

Al principio comenzó a "lavar y planchar ajeno" pues era una labor que daba buenos ingresos y además le permitía estar en casa pendiente de sus muchachos. A medida que pasó el tiempo, la familia creció y tuvo nueve hijos en total, por lo que generar mayores ingresos era inminente.

Fue cuando vio en las empanadas una oportunidad de ganarse la vida. Decidida a dar oportunidades a sus hijos, con una mesita y un reverbero comenzó a laborar hace 44 años en la plaza Luisa Cáceres de Arismendi de La Asunción, la que una vez fue su lugar de recreación.

Con humor cuenta que el primer día de trabajo logró recaudar cuatro bolívares y lo vio como un "dineral", pues le alcanzó para adquirir los implementos que le hacían falta y además cubrir las necesidades de su numerosa familia.

En ese momento se dio cuenta que este sería su sustento de por vida y sin remordimientos comentó que lo que más le gusta de su oficio es ganar dinero.

Pero Enérida no es ajena a la situación del país, ya que señala que lo recaudado a diario no es suficiente. "El dinero ya no es nada. Todos los implementos están carísimos. Hay que hacer malabares para que te rinda la plata".

Ve el futuro con optimismo y sigue convencida de que sus empanadas seguirán saciando paladares.




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