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Teodora Jiménez de Villarroel teje cada hebra de su vida con mucho amor
Desde muy niña, esta mujer se ha dedicado a esta labor con la que no solo forjó su existencia sino también la de sus hijos y nietos.
Mario Guillén Montero | @imathiox

Foto: GENESIS TORANI

Esta mujer tiene un gran sentido del humor y es tan hábil con sus manos como una jovencita. / Foto: GÉNESIS TORANI

13 Dic, 2015 | La curiosidad de una pequeña niña de 7 años permitió que hoy en día Teodora Antonia Jiménez de Villarroel se convirtiera en una tejedora reconocida en el estado Nueva Esparta y en el país.

Esta mujer de 87 años recuerda cuando vio por primera vez a su abuela Lucía Marcano tejiendo una hamaca. "Le pregunté: 'mi abuela, ¿qué estás haciendo?' Me contestó que estaba tejiendo un chinchorro. Yo puse mucho cuidado a lo que estaba haciendo hasta que sentí que ya podía hacerlo por mí misma. Le pedí un pedacito de hilo y me fui al patio de mi casa. Ahí enterré dos palitos en la arena y comencé a tejer un chinchorrito".

Teodora comentó que la técnica del tejido a mano para ella fue bastante sencilla, a tal punto que cuando su abuela y madre vieron lo que había hecho, quedaron sorprendidas.

"Me preguntaban: '¿de dónde sacaste eso, muchacha?', les respondí que lo había hecho yo y no lo podían creer".

Esta mujer recuerda sin titubear cada pasaje de su vida. Aunque nació en La Vecindad, municipio Marcano, desde días de nacida fue llevada a Santa Ana donde ha pasado toda su vida. Las calles de hoy en día son muy distintas a lo que fueron durante su infancia.

Recuerda que su casa, ubicada en la entrada de cerro La Cruz, tenía calles muy angostas y de muy difícil acceso. "Hasta los burritos sufrían para llegar hasta acá. Pero este municipio ha crecido bastante, las calles están asfaltadas, buenísimo. He visto cómo todo se ha desarrollado a través de los años".

Ya con mucha práctica se hizo una experta en el arte de tejer a mano chinchorros y cuando su abuela le dio el visto bueno, vendió su primera pieza. "El primer chinchorro lo vendí en 15 bolívares. Me encantó ver que podía ganarme la vida con un arte que me fascinaba".

Teodora es una tejedora desde la raíz, pues ella recolectaba de los arbustos de algodón las motas y fabricaba las hebras de hilo con las que después tejería sus hamacas. "Me iba a los matorrales con las tejedoras de antaño, ya de esas quedan muy pocas, ahí recolectábamos la motas de algodón. Luego las limpiábamos para quitarles las semillas y se va estirando. Con ayuda de un huso de tejer (instrumento de madera de forma fina con un peso al extremo que sirve para estirar la mota de algodón) hacía mi propio hilo y eso todavía lo hago, sólo que ahora le pido a mis nietos que me recolecten el algodón, pues ya no puedo estar en el monte buscándolo".

Para esta tejedora, la familia juega un papel fundamental pues desde muy joven el amor siempre la acompañó, eso sí: un amor libre y sin ataduras.

Tuvo cinco hijos junto a Claudio Fermín Villarroel, a quien considera el hombre de su vida, quien además le llevaba más de 20 años de diferencia. "Yo era muy joven y él era un hombre muy adulto. Creo que por eso no tuve más de cinco hijos, porque si no todavía estuviera pariendo".

A pesar de las tradiciones de antaño, no le gusta el matrimonio; para ella, el amor no necesita de un papel para ser legal y verdadero. Pero luego de varios años decidió casarse con el que fue su esposo por más de 40 años.

Para Teodora, tejer siempre fue importante y aun cuando unas amigas le dijeron que después de casarse dejaría el tejido, a sus 87 años lo sigue haciendo como las mejores pues sus manos siguen aplicando la técnica que tantas satisfacciones le ha dado.

El amor por su pueblo

Para Teodora Jiménez, el desarrollo de su comunidad es importante pues en el año 2009 fue nombrada hija ilustre del municipio Gómez por el Concejo Municipal, distinción que la enorgullece pues siente que su trabajo de más de 70 años ha sido tomado en cuenta.

"Me encanta ver que mi Santa Ana y el municipio Gómez se han desarrollado y ahora hay oportunidades".

Premio Nacional de Cultura

Teodora Antonia Jiménez de Villarroel ha participado en un sinfín de ferias artesanales alrededor del país, pero nunca su labor había sido reconocida antes, puesto que el tejido no entraba entre las categorías galardonables por el Ministerio de Cultura o la Casa del Artista.

Este año dice que quedó "lela" cuando supo que fue galardonada con el Premio Nacional de Cultura, mención Artesanía, siendo la primera en recibirlo.

"Estoy muy feliz por este reconocimiento. Esto me lo gané con la habilidad de mis manos que no me fallan y por ser una niña curiosa".




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