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El duendecillo del cuaderno El duendecillo capitán del cuaderno pasó revista a las letras alineadas en los renglones y se llevó las manos a la cabeza desesperado: ¡no estaban bien en fila y no había una igual a la otra! Redacción | @elsoldmargarita
23 Oct, 2016 | El duendecillo obligó a hacer gimnasia a las letras. / Imagen: CORTESÍA El reloj dio la última campanada de la medianoche y todas las cosas que estaban en la habitación oscura cobraron vida, hasta los cuadernos guardados en la cartera de Andrés, preparados para ir a la escuela al día siguiente y hasta las palabras que sin mucho esmero, todo hay que decirlo, estaban escritas en los cuadernos. El duendecillo capitán del cuaderno pasó revista a las letras alineadas en los renglones y se llevó las manos a la cabeza desesperado: ¡no estaban bien en fila y no había una igual a la otra! Una era alta y estriada, otras eran tan gordas que se salían por todas partes; unas se ponían como de puntillas y otras parecía que estaban sentadas. Y había unas inclinadas a la izquierda y otras a la derecha. ¡Un desastre! Andrés no era muy bueno en escritura, porque iba muy deprisa, y así no le salían bien las letras. “¡Atención! ¡Uno-dos! ¡Uno-dos! ¡Uno-dos!” Enfadado, el duendecillo obligó a hacer gimnasia a las letras hasta que todas, aunque cansadas, estuvieron derechas y seguras, ordenadas y bonitas.
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