7 Feb, 2018 | Es para el planeta entero. Por múltiples razones. El secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, vino a nuestra propia casa a proferir amenazas contra Venezuela. Con el mayor desparpajo se ha paseado por algunos países latinoamericanos, cuyos gobiernos son sus lacayos, al parecer con el fin de lanzar los dardos para conocer la reacción sobre nuevas sanciones. Oh sí, el pueblo de Bolívar y Chávez, tiembla de miedo.

Amenaza al presidente Maduro y lo "invita" a dejar el gobierno e irse a Cuba. Según él, para propiciar un cambio pacífico. Pero además, incita a nuestra Fuerza Armada a dar un golpe militar. En ese sentido, la respuesta ha sido contundente por parte del ministro Padrino López y del Alto Mando, a través de un comunicado.

Lo último es que también nos amenaza con un embargo petrolero, cuya respuesta de nuestro presidente ha sido contundente: "estamos preparados, venderemos nuestro petróleo a otros clientes". Fracasó señor Tillerson, en este reiterado intento por acabar con la Revolución Bolivariana.

Somos un pueblo libre y soberano. No aceptamos amenazas de nadie. Mientras ellos se empeñan en atacarnos, nuestras instituciones y el pueblo venezolano se preparan para las elecciones presidenciales, antes del 30 de abril. Vamos con todo. Nuestro sistema electoral es el más moderno y seguro del mundo, de acuerdo con el expresidente norteamericano Jimmy Carter. Eso está perfectamente demostrado en más de 20 elecciones. Y la oposición venezolana lo sabe.

También el imperio y sus despreciables lacayos. Pero la amenaza va mucho más allá, contra el ambiente y el cambio climático, que de acuerdo con la OMS y la ONU, aire, agua y peligros químicos matan a 12,6 millones de personas al año. Lo grave de todo esto es que el inefable secretario de Estado norteamericano fue investigado por la Fiscalía de Nueva York por ocultar información sobre el cambio climático y por haber financiado a detractores del medioambiente, cuando fue presidente de la ExxonMobil.

El peligro está a la vista. El nivel de los océanos amenaza la seguridad alimentaria global, pues el 60% de la humanidad come pescado. De eso debería ocuparse el imperio, que es el mayor depredador y se niega a firmar los tratados de protección. Su preocupación en este momento es atacar a Venezuela para apoderarse de nuestras riquezas. Venceremos.