24 Jun, 2016 | “Loco es el hombre que ha perdido todo menos la razón….” Gilbert K. Clesterton

Cuando era niña podía recitar de memoria el “Palabreo de la Loca Luz Caraballo” de Andrés Eloy Blanco, así como cantar a viva voz “María Antonia es una mujer que está loca de remate….”popularizada por Gualberto Ibarreto. Sentía una fascinación tan especial por estos personajes que con frecuencia, en la soledad de mi cuarto o en las fantasías de mi imaginación, jugaba a ser la loca que vivía feliz en la inocencia, rompiendo convenciones sin importarle lo que pensara el resto, soñaba con un mundo ideal y hablaba sola, que amaba irracionalmente y creía en las personas aun cuando juzgaran su locura. Pero… crecí y me compré el cuento occidental y cartesiano de la razón y encerré a la loca que vivía dentro mí y se me olvidó el poema y también la canción.

El Diccionario de la Real Academia definela locura como la privación del uso de la razón o del buen juicio. Hasta finales del siglo XIX, se entendía como el comportamiento que iba en contra de las convenciones sociales establecidas. Locura viene del latín vulgar delirare (de lira ire), que significaba en agricultura "desviado del surco recto"; es decir, estar loco es desviarse de la norma por culpa de un desequilibrio mental impropio del normal funcionamiento de la razón, que se manifiesta en la realización de actos extraños y destructivos.

¿Qué es normal?, ¿Extraño comparado con qué?, ¿Destructivo para quién? En este momento cuando se han desplomado casi todas mis certezas, me cuestiono la excesiva importancia de la razón y el status quo, y no tengo mucha claridad acerca de lo que significa buen juicio o normalidad, quiero invitarnos a darle la bienvenida a la locura en nuestras vidas, una locura entendida de manera diferente, en sentido taoísta o zen. Ser los locos que soltamos el pasado y levantamos las banderas de la inocencia, que navegamos felices y confiados las aventuras en el mar de la vida, que vivimos en el “aquí y ahora”, para quienes lo único real es el presente y continuamos creyendo a pesar de nuestras dolorosas experiencias pasadas. Esta locura nos permite vivir limpiando la mente, muriendo al pasado y confiando de manera incorruptible, más allá de las traiciones. En el presente solo existe la conexión con lo que nos rodea, la aceptación del otro como legítimo otro, y la fe en la intuición. La desconfianza y el cinismo solo viven en el juicio que hacemos del pasado o el que proyectamos al futuro.

“Elogio de la Locura”, una de las más influyentes obras de la literatura occidental, enaltece las ventajas de la necedad, la insensatez y la locura. En ella, el humanista Erasmo de Rotterdam nos muestra cuán felices somos cuando nos permitimos vivir sumergidos en la locura. Para mí locura es seguir creyendo a pesar del engaño, permitirnos confiar en que hay un ser magnífico detrás de cada humano, llorar y reírnos a la vez. Locura es amar plenamente, sin dobleces ni restricciones, cálculos o condiciones. Locura es abrazar la incertidumbre como parte de la aventura de la vida y saltar al vacío sabiendo sin certeza que no te estás equivocando. Locura es creer en la poesía de la vida.

Vivir en la Venezuela de hoy es una locura, una que se manifiesta en la mirada transparente que supera la perversidad de unos pocos, en la sonrisa franca en medio de las dificultades, en la pasión y terquedad de los emprendedores, en la confianza de obstinados empresarios que invierten en el país a pesar de las restricciones y abusos, en nuestros jóvenes que luchan por su futuro y dignidad incluso tras las rejas, en los corazones generosos que pasan por encima de la polarización, en la resolución irracional de quienes validan su firma superando todos los obstáculos, en el sol brillante que aparece tras cada tormenta y en la fe ciega de que esto… también pasará.

"Siempre hay algo de locura en el amor, pero siempre hay algo de razón en la locura" Nietszche