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Amanecerá y veremos
Las encuestadoras parecen decididas a dejar de ser utilizadas como las “tontas útiles” de una dirección política que no les merece respeto alguno y decidieron advertir que en las condiciones en las que se presentan, la oposición la tiene muy difícil.
José Gregorio Rodríguez Jotaerre577@gmail.com

11 Nov, 2021 | Hace cuatro años, el 17 de octubre del 2017, en Venezuela se realizaron las elecciones de gobernadores. Con el 61.03% de participación electoral, 7.1% más que en el 2012 cuando votaron el 53.94% de los inscritos en el Registro Electoral Permanente del Consejo Nacional Electoral (REP-CNE).

En el 2012 la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) obtuvo 3 gobernaciones y 20 fueron para el PSUV y sus aliados. En el 2017 la MUD obtuvo 5 gobernaciones y el PSUV y los integrantes del Gran Polo Patriótico, alcanzaron el triunfo en 18 estados.

En el 2017 en un acto típico del “infantilismo político” que lo caracteriza, el candidato de la MUD y dirigente de Primero Justicia en el Zulia, Juan Pablo Guanipa, perdió la gobernación de ese importantísimo estado de la república, en la “mesa” de la inobservancia de la realpolitik, al negarse a ser juramentado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Los otros cuatro candidatos de la MUD, todos dirigentes de Acción Democrática; Antonio Barreto Sira, en Anzoátegui; Ramón Guevara, en Mérida; Alfredo Díaz, en Nueva Esparta y Laidy Gómez, en Táchira, se juramentaron ante la ANC, a pesar que el CEN de AD anunció su expulsión de la organización.

¿En qué se parecen las elecciones regionales del 2012 a las del 2017?

En primer lugar, en que la oposición apareció electoralmente unida, tras las siglas de la MUD. La otra, que en las dos “rodaron” las encuestas en casi toda Venezuela, excepción hecha entre otras partes, en Nueva Esparta, donde casi todas acertaron en su último trabajo de campo.

Antes de la fecha de culminación de la campaña electoral el próximo jueves 18 de noviembre, seguramente conoceremos el pronóstico final para las islas de Margarita y Coche, y haremos el esfuerzo para que por cualquier vía nuestro lectores conozcan nuestras apreciaciones.

¿En qué se diferencian las elecciones de este año con las del 2017?

En el 2017 la oposición agrupada en la MUD venía de obtener un contundente triunfo en las parlamentarias del 2015, victoria que dilapidó en la violencia callejera del 2017 y en la decisión de escoger cualquier vía para derrocar el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Ahora se presentan divididos en dos grandes bloques.

Unos agrupados en la Alianza Democrática, encabezada por AD, Copei, el MAS, Soluciones, Cambiemos, AP, El Cambio, entre otros, y los que quedaron en la MUD, reducidos al autodenominado G4 PLUS; Ramos Allup, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y un grupo de siglas de partidos de maletín, que por su debilidad nuevamente se agrupan tras la tarjeta de la “manito” de la MUD.

Porque definitivamente, los seguidores incondicionales de Juan Guaidó y Leopoldo López, no participarán en el proceso.

No es una diferencia cualquiera la que existe entre los grupos más grandes de la oposición venezolana. Los primeros, agrupados en la Alianza Democrática, son los precursores del reencuentro de la mayoría opositora en el país con la vía electoral. Los de la MUD, “entraron” obligados por la circunstancias a la ruta electoral y también, por qué no decirlo, por la puerta que le abrió el gobierno con el recién iniciado proceso de diálogo en Ciudad de México.

De los primeros estamos totalmente convencidos del retorno a la vía democrática de su mayoría dirigente. De los segundos, nos asaltan todavía muchas dudas por su inalterable patrocinio de las Medidas Coercitivas Unilaterales, aplicadas con el más feroz bloqueo económico y comercial, que muy pocas naciones del planeta han padecido, llevando al sufrimiento extremo a una población inerme que ha resistido tamaña agresión con la dignidad de todos los pueblos que las han padecido, sin que se produzca cambio de gobierno alguno.

Por eso estamos convencidos que en esta disputa por el liderazgo opositor en la que una dirección política insensata e irresponsable ha convertido estos comicios, deben imponerse los sectores afectos a la ruta electoral, constitucional y electoral. Estamos convencidos que hacia allá apunta la voluntad ciudadana, ojalá voten y definitivamente destierren de la vida de Venezuela, la ruta del odio, la muerte y la violencia.

En esta oportunidad, las encuestadoras parecen decididas a dejar de ser utilizadas como las “tontas útiles” de una dirección política que no les merece respeto alguno y decidieron advertir que en las condiciones en las que se presentan, la oposición la tiene muy difícil. Concurren a este proceso con cerca de 68 mil candidatos representativos de todos sus colores y matices, postulados para disputar 23 gobernaciones, 335 alcaldías y cerca de 3 mil cargos de legisladores regionales y ediles municipales.

Además, en esta ocasión, después de más de 15 años de ausencia de nuestros procesos electorales, vuelve la observación de la Unión Europea a Venezuela, para presenciar un proceso electoral impecable, el más auditado del mundo entero en todas sus fases, y para registrar el bochornoso espectáculo que ofrece el antichavismo nacional, la misma que viene acompañado todos estos años de agresión sistemática a Venezuela, por parte del gobierno de los EEUU y de sus más incondicionales servidores en el viejo continente. Medidas que han facilitado uno de los saqueos contra la riqueza de una nación, auspiciado por una parte de la comunidad internacional

Casi nadie se explica cómo no es parte del debate de estas elecciones, las cada día más frecuentes denuncias de corrupción de quienes agrupados en la MUD, se pelean entre ellos para saber quién se ha beneficiado más del acceso a los dineros y bienes que el estado venezolano posee en el exterior. Es impresionante leer con frecuencia casi diaria como van y vienen señalamientos y acusaciones.

Las últimas son realmente reveladoras de la catadura moral de esa dirección política. Los írritos directores del Banco Central de Venezuela (BCV), designados por la Asamblea Nacional, que presidió el todavía “habitante de la burbuja de la ficticia presidencia interina”, Juan Guaidó, hoy lo denuncian por recibir 121,9 millones de dólares de los recursos de Venezuela en EEUU y que fueron transferidos ilegalmente al Banco de la Reserva Federal de Nueva York para la Oficina de Control de Activos en el Extranjero (OFAC, por sus siglas en inglés), del Departamento del Tesoro, con el argumento de los denominados “Desembolsos realizados por préstamo a la República en el marco de la Ley Especial del Fondo para la Liberación de Venezuela”.

Por cierto, de estos recursos se habrían beneficiado consuetudinariamente, dos ex diputados por Nueva Esparta a la Asamblea Nacional que cesó funciones en enero del 2020, quienes se dice perciben un aporte como salario por una respetable suma en dólares mensuales hasta nuestros días. Uno que fue traído a Nueva Esparta de su “autoexilio dorado”, para reforzar la campaña reeleccionista a la gobernación y el otro, quien aspira regresar a una importante alcaldía de la isla de Margarita.

En estos días escribí y sinceramente espero estar equivocado, que estamos a punto de caer en la trampa de “aquí no ha pasado nada” a cambio de una paz que durará hasta que a estos señores se les ocurra iniciar otra aventura antidemocrática, la cual parece haber comenzado.

No es casual que la gente de la MUD está facilitando las cosas al gobierno del presidente Nicolás Maduro, sosteniendo candidaturas electoralmente poco viables para facilitar la derrota de sus ex compañeros de ruta. ¿Será que cantarán fraude nuevamente para iniciar otra campaña internacional contra Venezuela? ¿Están jugando al policía malo y al policía bueno los de Guaidó y López, por un lado y los participantes electorales del G4 por la otra?

¿Qué papel jugará en esta nueva trama la UE? Especialmente los diputados del Partido Popular en la Eurocámara, entre quienes se encuentra el padre de Leopoldo López.

¿Será que los representantes de Borrell jugarán a los policías buenos y los otros a los malvados?

Ojalá de este proceso emerja una nueva manera de hacer política, una oposición crítica pero nacionalista, que defienda a Venezuela y sus ciudadanos, una dirección que la promueva, que contribuya a devolverles la paz definitiva a la república, así como la tranquilidad y prosperidad económica a sus ciudadanos.

Amanecerá y veremos.




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