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26 de abril de 2024





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Las dos caras de España, postales de una triste eliminación
El Tiki-Taka sucumbió ante la fe de una Marruecos que levantó una muralla para dejar afuera de la Copa Mundial a la Roja.
Redacción | @elsoldmargarita

Foto: CORTESÍA

España. / Foto: CORTESÍA

7 Dic, 2022 | Doha. Las sensaciones, transmite por radio un periodista español que se lamenta en el corazón de la zona mixta del estadio Ciudad de la Educación, son idénticas a la tarde en el Estadio Olímpico de Luzhniki: España acaba de quedar afuera de la Copa Mundial de Catar 2022, otra vez por penales, otra vez después de 120 minutos en los que construyó méritos sin puntería. Como hace cuatro años contra Rusia, otra vez el mismo trámite, otra vez el mismo desenlace, otra vez la misma tristeza.

Los integrantes del plantel español caminan cabizbajos ante la atenta mirada de sus compatriotas que esbozan un tímido intento por frenarlos. La procesión va por dentro pero la cara es un espejo del alma, señala FIFA+. Pedri y Gavi, presente y futuro indiscutible de la Roja, parecen al borde de las lágrimas. Con 20 y 18 años, tendrán revancha en los próximos mundiales pero ahora todo es bronca y frustración. Especialmente para Gavi, quien había sido uno de los mejores de la noche con su intensidad, su coraje, su valentía y su garra para luchar por cada pelota antes de irse reemplazado a los 62’ para dejarle su lugar a Carlos Soler.

Más difícil parece para Sergio Busquets, quien difícilmente hubiera pensado en encadenar tres torneos tan decepcionantes tras su consagración en Sudáfrica 2010: “Hemos hechos méritos. Ha sido un partido muy físico, con ellos encerrados defendiendo. Era muy difícil. En la prórroga ha sido más de lo mismo. Tuvimos una (ocasión) en el último segundo y nos vamos de la forma más cruel”. Marcos Llorente, quien inició como titular en el lateral derecho en una jornada compleja ante la magia de Sofiane Boufal, no anduvo con vueltas: “Estamos jodidos y tristes. Otra vez por penales, es una putada”.

La Copa Mundial volvió a demostrar que lo importante no es cómo empieza la travesía de un equipo sino cómo termina. España bien lo sabe, campeona en tierras africanas hace doce años tras caer en el debut ante Suiza. Protagonista de una de las mejores actuaciones del torneo, el 7-0 ante Costa Rica en su presentación ahora parece el prólogo de una pesadilla. Aunque sea injusto para el entrenador y para sus jugadores, el resultado cambia la perspectiva de todo: la arrolladora posesión de la pelota es ahora una obsesión estéril, el streaming ya no es una herramienta de comunicación sino una pérdida de tiempo y Luis ya no es Padrique.

La Roja desplegó en el Estadio Ciudad de la Educación todas aquellas virtudes que lo habían llevado a las semifinales de la Eurocopa, al subcampeonato en la Nations League y a estos octavos de final en la Copa Mundial: registró más de 1000 pases y una posesión del 77%. Pero también fue víctima de sus propias falencias: su incapacidad para descifrar los enigmas defensivos que construyen equipos que se repliegan en bloques bajos como esta Marruecos de Walid Regragui y la escasez de talento diferencial para encontrar soluciones individuales le pasaron factura.

“Hemos dominado el partido -responde Luis Enrique ante una pregunta en conferencia de prensa-. Nos ha faltado el gol. Dominamos el centro del campo, generamos situaciones de progresión ante un rival encerrado al máximo, con muchísima calidad defensiva. Se nos puede achacar que podríamos haber generado más ocasiones o sido más efectivos en los últimos metros, pero Marruecos se defendió muy bien”.

Doha fue una sucursal de Casablanca. Los hinchas de Marruecos construyeron una caldera para empujar la resistencia de un equipo que en 390 minutos apenas recibió un gol. El dato estadístico adquiere aún más relevancia por la magnitud de los rivales: Croacia, Bélgica y España se marcharon frustradas por la muralla marroquí. Ni siquiera de penal pudo una Roja que vistió de celeste: Yassine Bounou, Bono, se transformó en héroe.

El Tiki-Taka español no consiguió aturdir al impertérrito plan marroquí. Regragui juntó sus líneas en un bloque bajo, replegado y agrupado en un bloque único que defendía lejos de Bono y que restringía al máximo los espacios para evitar que encontraran a Gavi y a Pedri en espacios interiores. La Roja generaba más con la presión que con su posesión. Cómoda sin la pelota, Marruecos consumía el reloj y España, aunque cambiaba nombres, no modificaba de plan. Apenas Nico Williams consiguió revolucionar el guión desde el banco en una jornada en la que Sofyan Amrabat asumió el rol de jeque del mediocampo y metrónomo del trámite.

Marruecos forzó los penales, un escenario en el que España falló sus tres disparos pese al entrenamiento de 1000 disparos que le había encomendado Luis Enrique a cada uno de sus jugadores en los meses previos. La tanda empezó torcida con el error de Pablo Sarabia, quien no había ingresado en toda la Copa Mundial hasta que el DT lo envió al campo de juego a los 119 minutos. Con 16 penales convertidos en igual cantidad de lanzamientos, y tras estrellar un tiro en el palo en la última jugada del tiempo extra, desperdició el primer remate desde los doce pasos de su carrera. España ya no creía en sus chances. En el aire se sentían los nervios, la ansiedad, la falta de determinación. Un especialista como Carlos Soler y un sabio Sergio Busquets también desperdiciaron sus chances, una ineficacia que le costó su continuidad en el certamen: “Es responsabilidad mía. Yo he elegido a los tres primeros lanzadores, consideraba que eran los mejores. Si empezara otra tanda de penales ahora mismo, elegiría a los mismos”.

Luis Enrique es así: vivirá o morirá siempre con sus ideas y convicciones. Su futuro está en el aire, aunque los pocos jugadores que opinaron ante la prensa apoyaron la continuidad del proyecto: “Hemos creado las oportunidades suficientes para ganar, hemos hecho 11 remates, aunque sí que puede ser que podíamos haber generado algo más. Esto es el deporte. Los jugadores han hecho al cien por cien todas las indicaciones que les he dado. Las han seguido al 99,9 por ciento, porque querían marcar gol y yo que buscasen situaciones. Se ha acabado. Hay que analizar el partido con tranquilidad. No tengo ni un solo reproche para este grupo de jugadores”.




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