4 Feb, 2014 | Febrero es conocido como el mes del amor, gracias a San Valentín, quien por el siglo III casaba en secreto a los soldados enamorados, contraviniendo órdenes del emperador Claudio, lo que le costó la vida. Posteriormente los comerciantes, siempre dispuestos a sacarle filo monetario a los afectos humanos, decidieron sumar también la amistad a la celebración, quedando instituido el chucuto febrero como mes del amor y la amistad. En febrero todo el mundo corre en busca del regalo para el ser amado o amistad, sea la relación de noviazgo, matrimonio, amigos de cualquier intención o el casi desaparecido concubinato. Ramos, almuerzos y cenas íntimas se enseñorean en este mes para contento de los celebrantes y mucho más para las cuentas de los floristerías y restaurantes.

Margarita no es ajena al ritual, que se repite como en el resto del mundo. Sin embargo, este año parece ser la excepción de la denominación del mes. Los neoespartanos leyeron en días pasados en la prensa que los gobiernos nacional y local atiborrarían de alimentos los anaqueles de supermercados y bodegas de Margarita y Coche para saciar el hambre local, por importación directa de los países del Mercosur, dejando atrás la época de las vacas flacas para los insulares.

Todo muy bien, en la teoría, pero la gran pregunta de los neoespartanos es: Y durante todo febrero, ¿qué comeremos? Aquí la escasez alimentaria, por la condición de isla, es mayúscula. Ni en fotos se ve la leche en polvo y es una verdadera odisea conseguir harinas de maíz y de trigo, azúcar, café, margarina y mayonesa. A lo que se suma la falta de desinfectantes, toallas de papel y enjuague de ropa, por solo nombrar algunos rubros no alimenticios, pero necesarios en el hogar. Por eso el margariteño de a pie, quien más sufre las penurias impuestas por el pésimo manejo de los problemas sociales y económicos que hace el gobierno madurista, piensa una y otra vez al ver la cara de sus muchachitos: Y durante febrero, ¿qué comeremos?