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El mono que faltaba
Escribe Watson que cuando estaba haciendo experimentos con una colonia de monos en una isla de Japón, quiso alimentarlos con papas. Pero los monos las rechazaban porque estaban sucias.
Juan José Bocaranda E

3 Abr, 2014 | El botánico, antropólogo, etnólogo y escritor surafricano, Lyall Watson (1939-2008), trató de dar sentido natural y sobrenatural a los fenómenos biológicos, en su libro "Supernature", donde introdujo por primera vez la expresión "efecto del centésimo mono", utilizando para ello un relato ficticio.

Escribe Watson que cuando estaba haciendo experimentos con una colonia de monos en una isla de Japón, quiso alimentarlos con papas. Pero los monos las rechazaban porque estaban sucias. Sin embargo, a una mona joven se le ocurrió ir al río a lavarlas, y enseñó a los demás monos jóvenes el procedimiento. Los monos viejos no aprendían a menos que tuvieran hijos jóvenes, quienes enseñaron a sus padres. La costumbre de lavar las papas se fue extendiendo y estableciendo poco a poco. Y un día, todos los monos comenzaron a lavarlas. Esto ocurrió cuando el mono número cien aprendió a lavar las papas, dice Watson, es decir, cuando se completó el número necesario para que toda la especie lo hiciera, y así operó "la masa crítica". Conforme a esta teoría, el comportamiento de un grupo de monos se propaga a todos estos animales cuando se alcanza el número crítico para ello. Es decir, cuando el comportamiento aprendido lo asume una cantidad mínima, una "cantidad crítica" de monos, que inclina la balanza a favor del cambio.

Pero, el escritor surafricano no se queda aquí, en lo material: la idea de lavar las papas saltó, "como llevada por el aire", a una isla cercana, donde los monos la asumieron, lavando las papas en el río.

En física, "la masa crítica" es la cantidad mínima de material necesaria para que se mantenga una reacción nuclear en cadena.

Del ámbito de la física, el concepto de masa crítica pasó a otras áreas del conocimiento, como la sociológica. Y es que el fenómeno de la masa crítica ocurre, análogamente, en el mundo social y político. Un diputado, de un total de 200 legisladores, propone un proyecto de ley. Al principio, sólo 15 diputados lo respaldan. Pero, un día, cuando menos se le espera, obtiene 101 votos, y el proyecto se convierte en ley: la calidad ha cambiado.

La calidad simple de un mero documento, ha saltado a la calidad superior de toda una ley, debido al factor cantidad. Esa ley va a abrigar alguna trascendencia porque incidirá sobre los intereses y la conducta de la colectividad. Lo que quiere decir que la acumulación cuantitativa es tan importante que, en un momento dado, encuentra su propio nivel transformador como factor decisivo en el devenir de la sociedad, trátese de un grupo familiar, trátese de una aldea, trátese de toda una nación. Porque, cuando se reúne o acumula el número mínimo de personas, necesario para el cambio, éste surgirá inevitablemente.

Esta ley es aplicable a los movimientos políticos, aun retroactivamente.

Tomemos como ejemplo el movimiento independentista de Venezuela y de otros países de América Latina: cuando a la acumulación de las causas externas e internas –la influencia de las ideas políticas derivadas de la Ilustración, las diferencias sociales entre criollos y españoles, el monopolio comercial de la Metrópoli, y los ejemplos independentistas de Estados Unidos y Haití- se sumó el hecho de la invasión napoleónica a España, se produjo el salto cualitativo, y los países sublevados transitaron, no sin lucha, claro está, a la cualidad superior de naciones libres.

De esta manera pueden explicarse las revoluciones y los cambios sociales menores: se van juntando imperceptiblemente causas primarias y secundarias, condiciones y circunstancias, hasta que, de pronto, se produce el salto. Es decir, se suman cuantitativamente factores y personas, y viene el cambio.

Sin embargo, no basta la acumulación de causas materiales para que surja el cambio, es necesaria la consciencia: tener claros los objetivos y prever los medios. Porque cuando la masa crítica es manejada por personas sin consciencia, se convierte en un montón de papas sucias que ni los monos querrían lavar.




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