Cristina siempre entusiasta. / Foto: CORTESÍA

25 May, 2014 | Siempre con una sonrisa y "armada" con una cámara fotográfica Cristina Rosenberg Beckert, ha destacado con una vida intensa y llena de matices en sus 20 años en la isla de Margarita, y muchos otros dentro de su estadía en Venezuela desde que pequeña partiera de su natal República Checa, radicara en Múnich, Alemania y en barco un día llegara al puerto de La Guaira, para radicarse definitivamente en este país suramericano.

"Rebobinando" un poco en la memoria, recuerda que de pequeña vio una pintura en un libro que tenía su papá, estilo enciclopedia ilustrada, y allí estaba reflejada la selva tropical. Esa imagen se le grabó y cuando años después visitaba el Museo de Bellas Artes de Caracas se encontró con ese cuadro.

Ese vínculo casi mágico con lo tropical, hizo que al llegar a Margarita naciera en ella ese deseo de no abandonarla jamás. Al principio, radicada en Caracas, "iba y venía" ("Cuando los boletos eran muy económicos", recuerda y sonríe).

El amor por la Isla fue afianzándose, hasta decidirse a la entrega total. Eso ocurrió hace 20 años y hasta el sol de hoy, donde permanece asentada, con el amor de sus maravillosos hijos Jessica y Alexander como los ubica en su sentir de madre apasionada.

Cómo lo relata

Dibujarse entre las distancias, los escenarios geográficos recorridos o las experiencias vividas no es tarea fácil. Menos para condensarlas en tan poco espacio. Sin embargo, en medio de una virosis que impidió mayor o más profundo contacto periodístico, Cristina Rosenberg apeló a la escritura y recurrió a 352 palabras para acortar las distancias:

"Nací en la República Checa en medio de la guerra. Mi educación ocurrió en Alemania y llegué en 1962 con mi propia familia un primero de abril a Venezuela, fecha que siempre me da un golpe de felicidad al recordarla. Viví los primeros años en Caracas y cuando cambió mi estatus familiar, vine a principio de los años 90 a Margarita a inventarme un nuevo mundo que me pareció el cielo".

Narra que: "Eran tiempos de descubrimientos personales, geográficos y mucha creatividad; casi todo el mundo se conocía y retomé mi carrera de fotógrafa aquí. Fue maravillosa la libertad para movilizarme en Margarita, en especial por la Península de Macanao, las islas de Coche y Cubagua sin gastar un sólo pensamiento en la seguridad".

“Descubrí lugares extraordinarios y otros metamorfoseados, cuando la brisa y la lluvia se encargaron a inventar un nuevo escenario. A veces se manifiesta como una amnesia del paisaje y es importante documentar lo actual para no perder el hilo del tiempo, debido a constantes transformaciones tanto en el paisaje como en el colectivo”.

En el trabajo profesional se “dibuja” acuciosa.

“Me gusta crear series conceptuales, intervenciones y collages fotográficos y la mayoría de las veces la idea nace primero en mi cerebro. He expuesto mis imágenes en 18 exposiciones individuales y otras colectivas en EUA, Japón, Brasil y Venezuela.

Realizó producciones y campañas institucionales en varios estados venezolanos, trabajos publicitarios, video y fotografía promocional de Margarita.

Publicó artículos y fotos en revistas y organizaciones internacionales y nacionales, entre ellas en Humboldt, Goethe Institut, Lettre, Ramsar Convention on Wetlands, Américas (OAS), Amadeus, Unesco Lali, Complot Magazine, Extra Cámara. Fotografías en algunos libros: Isla de Coche, El Mensaje de las Rocas, 21 Fotógrafas Venezolanas, Así es Margarita, Armitano Arte, entre otras”, agrega en este transitar, a lo interno y sin tapujos.

Integración

En este escrito se confiesa: "Me siento integrada en la vida aquí y gracias a Internet estoy conectada con el mundo. La Isla parece en algunos lugares a una obra en progreso y eso es una tendencia global. De todas formas somos afortunados de tener una deslumbrante naturaleza que compensa por algunas incomodidades - ojalá que se superen los problemas ambientales para reinventar ese paraíso tropical con su gente tan cordial. ¡Yo estoy feliz con casi un cuarto de siglo viviendo aquí!", concluye tal introspección.

Tras años en los cuales persiste con la "caza" de las imágenes, fortuitas o planificadas, ahora Cristina Rosenberg captura palabras y las organiza. Papeles, amarillentos o no, que gracias a los inusuales vientos de mayo también llegaron o rodaron por la red hasta esta redacción.