27 Ene, 2016 | Arrastraba mi negligencia de muchacho, rumbo a la escuela estatal graduada número 58 (allá, en el cruce de Juan de la Cruz hacia el cementerio) y mi flojera eterna se preguntaba –como todos los días- que quién diablos inventaría eso de estudiar. Por el camino nos enteramos que desde hoy tendríamos un médico en el dispensario, y me alegré por mamá y sus dolores de cabeza, sin entender el salto histórico que aquello significaba. Algunos años después supimos su nombre que escondía bajo la generosidad solidaria de doctor “Chichí”. Ildefonso Fernández Salazar, había egresado de la UCV y llegaba fiebroso a cumplir su jornada rural en Altagracia, bajo el signo prominente de humildad y entrega al servicio de sus enfermos. Rompió el estereotipo de que los médicos son algo inaccesibles, porque mostró desde los primeros días su cercanía con lo real, sin enfermedades o complejos superiores. Así descubrimos que un doctor también respira, echa cachos de diferentes colores, se codea con los pacientes y conoce de necesidades; lecciones básicas que propiciaron mayor acierto en sus diagnósticos de joven recién egresado del Alma Mater. Su andar provechoso tatuó su nombre y recuerdo entre los “jateros”, que lo mantienen en el espacio del reconocimiento aun cuando continúa el ejercicio profesional en Porlamar, donde nació hace unos cuantos años. El doctor Fernández Salazar se especializó en oftalmología y es reconocido en el área por sus estudios de cuarto nivel y la experiencia atesorada en el ejercicio. Mis consideraciones apuntan a que el doctor “Chichí” fue inspiración evidente para que muchos de los muchachos de mi época despertaran vocación por la medicina; de tal manera que este efecto, que podríamos considerar como secundario, también resulta ganancioso a la hora de enfocar el tema. Valiosas son las oportunidades cuando se prestan, para destacar los valores de seres claros en el deber de actuar, acatando los preceptos para los que se formaron, en el entendido de que las sociedades progresan en la medida en que cada cual cumpla cabalmente su trabajo. Los honores también se cultivan.