24 May, 2016 | Luego del llamado de Álvaro Uribe a formar un ejército internacional contra su gobierno, y de las duras declaraciones de Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien lo calificó de dictadorzuelo y traidor al pueblo, Nicolás Maduro, buscando oxígeno, apeló al carácter guerrerista de su régimen y activó ejercicios militares, según para hacer frente a una inminente invasión armada al país.

Trata de desviar la atención de los venezolanos de los graves problemas de desabastecimiento de alimentos y medicinas, del hambre y el alto costo de la vida, escudándose en una ficticia confrontación armada con algún país o con una expedición bélica deseosa de acabar con su totalitario mandato.

Anda Nicolás en una de soldaditos, y en ese juego incorpora a sus conmilitantes, quienes dejan su ropa civil, para encasquetarse la primera vestimenta verde que encuentran, exhibiendo un patriotismo ramplón. Uno, Aristóbulo Istúriz, quien en uniforme parece sacado de una estampa de los tiempos de “Chapita” Trujillo; y otro, el infaltable Ricardo Sánchez, quien en prendas militares, luce como una caricatura hollywoodiense de soldado latinoamericano de selva.

Total que a la hora de jalar, cada quien saca lo peorcito de sí para arrimar brasas a sus sardinas y, mientras esto pasa con las alocadas figuras del madurismo; por otro lado, los chavistas de abajo, entre ellos malnutridos y viejitos sin distingo de sexo, son sometidos a inusuales y cansones ejercicios militares, en donde ni un chopo les dan, y los ponen a echar simulados tiros con palos, a invisibles pero peligrosísimos invasores.