29 Jul, 2016 | Como agua y aceite. Imposibles de unificación alguna. Se repelen. Absoluta incompatibilidad. Un absurdo siquiera imaginar cualquier posibilidad de abrazo. Son dos modos diferentes en todo y para todo. Sus fines, distintos. Tanto como las formas de lograrlos.

No existe comparación alguna que pueda aproximarlos. Todo los separa, los confronta y sus resultas definitivamente diametrales. Vale decir que son, si se quiere, la bella y la bestia de los sistemas políticos, de las corrientes ideológicas, de las maneras de gobernar. Porque la democracia es libertad, respeto a la institucionalidad, a la persona humana, a la disidencia, lo plural. Beneficia al colectivo, no es excluyente, menos clasista. No forma casta. Tampoco discrimina.

Es abierta, nunca cerrada. Trabaja a pleno sol, no en penumbras. Alberga sentimientos de mejoría y desarrollo para los necesitados, les busca oportunidades, las consigue e implementa sin distinciones y sus objetivos múltiples. Resuelve, no complica, no entorpece, no se impone ni abusa. Está para ayudar, no para ayudarse del auxilio de los poderes hasta apertrecharse de recursos, principalmente dinero y armamento, para hacerse más poderosa.

Quiere el poder a toda costa, pues considera a la nación como un cuartel y a su población apenas conscriptos obligados a servirle. Por la vía de las armas pretende el gobierno y en su intento siempre hay muerte. La democracia tiene normas, que cumple, límites que nunca traspasa. El militarismo las viola, los barre. Donde se ha impuesto, la historia guarda testimonios de mucho error, mucha tragedia y mucho horror.

Ambos ofrecen bienestar y generan hambre, miseria y pesar, sus ideas pretenden dominio. Rechazarlas vale la vida.

Manuel Caballero, larense universal, en su duro libro "La peste militar", lo advierte con claridad meridiana:

"Mientras una dictadura militar simple se contenta con copar el aparato del Estado, el militarismo pretende organizar la sociedad tomando como modelo el cuartel”.

De ahí la urgencia de observar con cuidado sumo la unión cívico militar, tan cacareada por Maduro y Padrino.

Por lo pronto, va ganando el iluminado por los soles.