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El poder embustero Así pues, hay embusteros que se salen con la suya por un buen tiempo, incluso por muchísimo tiempo. Tanto que hasta la condición de embustero "esencial" se tiende a difuminar. Fernando Luis Egaña / flegana@gmail.com
4 Ene, 2017 | A comienzos de año, se suelen escribir artículos pletóricos de buenos deseos, que por lo general, en el caso de la Venezuela de estos tiempos, no tienen nada que ver con la realidad y sus perspectivas. Este escrito no es uno de éstos. Al contrario, prefiero referirme al embuste del poder, o al embuste como concepción y ejecución del poder. Ojalá, por tanto, que los embustes del 2017 no tengan la misma eficacia y malicia que los del 2016. Así pues, hay embusteros que se salen con la suya por un buen tiempo, incluso por muchísimo tiempo. Tanto que hasta la condición de embustero "esencial" se tiende a difuminar. Son los embusteros habilidosos que, por lo general, elaboran el embuste a partir de un núcleo de verdad o, al menos, de su percepción. Pero la mayoría de los embusteros consuetudinarios no son así. Son crasos y las costuras no tardan mucho en notarse. Lógicamente, no puede haber credibilidad en este tipo de embusteros. Si hasta cuando dicen algo que se ciñe a la verdad, suena como un embuste. Están marcados y hagan lo que hagan, o digan lo que digan, siempre se presumirá que están tratando de meter un embuste. Cualquier parecido con la realidad venezolana no tiene nada de casualidad... Porque en el caso de nuestro país, el embustero no es solamente fulano o sultano, sino el conjunto del poder despótico, ejercido por una hegemonía depredadora. Durante largos años del siglo XXI, ese poder embustero se las arregló para embaucar a densos sectores de la población. Unos eran embaucados sin darse cuenta, y otros con el ánimo de aprovechar la situación. La bonanza petrolera colaboró al respecto.
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