28 Abr, 2017 | En tiempos del presidente Chávez decíamos: “Después de esto no hay nada peor”; pronto nos daríamos cuenta de que estábamos equivocados. El actual gobierno superó con creces la negligencia, ineficacia y corrupción del anterior, y más allá. Pero no sólo han sido desastrosos gobernando; tanto el finado como el actual han acabado con el prestigio de instituciones del Estado, otrora ejemplos y orgullo de la democracia. No hay que olvidar la grosera politización del sistema judicial, del CNE y de la Fuerza Armada, instituciones devenidas a simples actores políticos, cuya mayor y vergonzosa función es garantizar la permanencia en el poder de la mal llamada revolución.

Hoy, cuatro años después de la elección del presidente Maduro, y luego de ver a nuestros niños y abuelos hurgar en la basura para comer, o morir de hambre o por falta de medicamentos; de sentir el dolor en los rostros famélicos, y enfermos de familiares y amigos, no creo que haya gobierno peor.

Quienes recorremos las calles y vivimos el día a día sin privilegios gubernamentales, sabemos que esta es nuestra terrible realidad; la cual incluye a gran parte de quienes votaron y/o apoyan al gobierno: Todos, a pesar de haber estudiado y de tener un trabajo estable, pasamos por el amargo momento de no tener para comprar un kilo de “pescao”, un pollo o algo de carne para alimentar a nuestros hijos. Quienes viven de un salario mínimo, o quienes simplemente viven de la voluntad de Dios, llevan la peor parte de esta crítica situación: mueren, literalmente, de mengua ante la imposibilidad de adquirir alimentos y medicamentos. Mientras tanto vemos al Presidente bailar, jugar pelota y mofarse del pueblo, diciendo que todo está bien. Tal vez esté bien para él y para quienes usufructúan del poder, y se valen del hambre, de la coacción, del chantaje y de las amenazas para retenerlo.

Las calles venezolanas han demostrado estos últimos días que nada está bien. El pueblo apartó el miedo y decidió cambiar esta nefasta realidad, y el régimen lo sabe; como sabe también que seguiremos en la calle hasta que logremos el cambio anhelado.