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¿Habrá debate sobre el "frente frío de El Junquito"?
Esos postulados se resumen y expresan frontal e inequívocamente en: lucha sin descanso e integral por los derechos de todos los seres humanos. No solo de unos cuantos individuos, quienes resultarían de este modo privilegiados por nuestra afectuosa dedicación y de otros pobres diablos excluidos.
Walter Castro Salerno | walterjosecastro@yahoo.es

20 Ene, 2018 | Durante mucho tiempo, y aún hasta años recientes, debido a diversos factores, pero fundamentalmente a fin de observar cierta consecuencia con arraigados principios ideológicos que exaltan la dignidad de la condición humana, la defensa y lucha de los mismos, fue una de las más grandes y espléndidas banderas enarboladas por los sectores no contaminados del virus de fanático dogmatismo, de la llamada izquierda socialista y revolucionaria en las naciones del mundo entero, sobre todo en estos, de nuestra América Latina.

Esos postulados se resumen y expresan frontal e inequívocamente en: lucha sin descanso e integral por los derechos de todos los seres humanos. No solo de unos cuantos individuos, quienes resultarían de este modo privilegiados por nuestra afectuosa dedicación y de otros pobres diablos excluidos. Eso no es así. No existen opciones selectivas. No hay, no puede, ni debe haber confusión o discriminación alguna. Hacerlo sería vaciar de contenido el humanismo implícito en esa filosofía, y mendaz y ocioso el combate. Entre estos derechos domina esencialmente el derecho más elemental del ser humano, y por tanto sagrado, el derecho a la vida. El respeto a tal mandamiento no es de naturaleza jurídica o política. No está solamente inscrito en un puñado de letras amontonadas en uno de los artículos de la CRBV. Es de orden ético. Se halla en el núcleo mismo de los átomos de nuestra conciencia moral.

Constituye así un imperativo ético categórico. El respeto a este derecho retiene y abriga celosamente, entre otros rasgos de su carácter, la nobleza o hidalguía y magnanimidad de conducta, que debemos observar ante el adversario que, herido y ya caído, acepta su derrota y levanta los brazos en señal de entrega y acordar las condiciones de su rendición. Igualmente la lucha llevada hasta los últimos extremos y consecuencias de los sectores, organizaciones, movimientos, partidos políticos e instituciones diversas, ya identificados líneas arriba, en la condena absoluta de cualquier acto o conducta represiva del Estado contra los individuos y la sociedad. Los sangrientos y lamentables sucesos ocurridos en las colinas de El Junquito, en los alrededores de Caracas, el 15/01/18, convocan al inicio de una inmediata, seria, exhaustiva e imparcial investigación de los mismos. Bastante tiempo, en épocas tenebrosas, consagraron en la lucha por los derechos humanos y defensa de estos principios aquí en Venezuela, dirigentes y periodistas de la llamada izquierda, como para permanecer callados ahora. Y en cuanto a las organizaciones o militantes de la misma, empezando por el PSUV, se impone igualmente y más que a nadie un debate público, abierto, realmente participativo sobre los hechos. El interrogante clave y mayor es éste: ¿Habrá debate que despeje el "frente frío" formado en El Junquito?




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