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26 de abril de 2024





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Millonarios hasta hoy
“En el pueblo, los muchachos ya no se iban a los campos petroleros sino a las universidades de costa firme a estudiar con mucho esfuerzo. La mayoría trabajaban para pagarse los estudios y así, las familias pobres de la Isla fueron saliendo adelante. Entonces se hizo normal ver al hijo de Toño viajar a los mayamis y los madrices, hacerse buena casa y prosperar”
Marcos Tineo M.tineo.marcos@gmail.com

20 Ago, 2018 | “Recuerdo que acá en Paraguachí hubo dos conmociones en la opinión pública generadas por sentimientos contradictorios: el orgullo y la envidia. El primer torbellino de comentarios fue cuando se supo que el paisano Chavola, de El Barrero se había convertido en millonario. El segundo fue cuando Cucho en El Salado cantó millón”.

Me gusta oír al tío Caballo Rojo contar esas historias de nuestro pueblo y su gente, aunque hace que me ponga en guardia porque uno no sabe si terminará con alguna travesura.

“Eran épocas en que todos éramos pobres, de manera que si alguien surgía de entre nosotros, era motivo de comentarios por mucho tiempo. Después de eso, comenzamos a escuchar hablar de los contrabandistas exitosos, gente que hizo fortuna enfrentando las tormentosas aguas de la Boca de Trinidad montados en tres puños y peñeros y huyendo de las “rápidas” de la Guardia Nacional”.

Cuenta Caballo que después de la caída de Pérez Jiménez fue cuando comenzó a sentirse una mayor movilidad social, pues las universidades aumentaron el caudal de profesionales que lanzaban al campo laboral y comenzó a surgir la clase media.

“En el pueblo, los muchachos ya no se iban a los campos petroleros sino a las universidades de costa firme a estudiar con mucho esfuerzo. La mayoría trabajaban para pagarse los estudios y así, las familias pobres de la Isla fueron saliendo adelante. Entonces se hizo normal ver al hijo de Toño viajar a los mayamis y los madrices, hacerse buena casa y prosperar”.

No obstante, el tío apunta que no fue sino hasta que el Difunto hace veinte años comenzó con su proceso, que nos percatamos que, de golpe y porrazo, todos nos habíamos convertido en millonarios. Las casitas, por más humildes que fueran, valían millones y los precios de la comida y artículos necesarios subieron escandalosamente. Los sueldos también subieron, pero nunca lo suficiente.

“Entonces el Difunto cayó en cuenta que ser rico era malo y mandó a quitarle tres ceros al simón. Ahí fue cuando la puerca torció el rabo y supimos de la fuerza de una palabrita desgraciada: inflación”.

Refiere que cuando el Embustero agarró el coroto, lo primero que hizo fue desoír a su comandante y comenzó a enriquecernos tomando acciones tan fuertes que ahora, hasta él y sus compinches están asfixiados por la cantidad de plata que tiene el pueblo.

“Por eso es que hoy dejamos de ser millonarios otra vez. El hombre, que también pensó en quitarle tres ceros al simón, lo pensó mejor y a última hora se decidió por cinco. El problema es que la palabrita aquella ahora tiene el prefijo híper y, para completar, se acaba de sacar del forro del… sombrero, aumentos de sueldo, de la gasolina y una ley para cobrarnos más impuestos. O sea, que viviremos bien felices porque más pobres no podremos ser desde mañana”.




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