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El adiós mexicano a Ruth en el Delta
Babe Ruth murió para ser eterno. Barry Bonds y Hank Aaron sacaron más jonrones que él y están vivos, pero a los 81 años de muerto (los cumplirá el 16 de agosto), se habla y se escribe más de Ruth que de todos los demás jonroneros juntos.
Juan Vené |@juanvene5

Foto: CORTESÍA  Mi Radio

Babe Ruth / Foto: CORTESÍA Mi Radio

16 Jun, 2019 | Coral Gables, Florida

“Nunca he querido que olviden a Babe Ruth, solo deseo que también me recuerden a mí”… Hank Aaron.

Babe Ruth murió para ser eterno. Barry Bonds y Hank Aaron sacaron más jonrones que él y están vivos, pero a los 81 años de muerto (los cumplirá el 16 de agosto), se habla y se escribe más de Ruth que de todos los demás jonroneros juntos.

Y no es un asunto de Estados Unidos nada más, su fama es universal. En México tienen el honor histórico de que despachó el último batazo de su vida sobre las bardas en el parque Delta, el 30 de mayo de 1946, exactamente a los 11 años de su retiro, y gracias a la invitación de Jorge Pasquel, quien era el líder del beisbol profesional mexicano.

18 mil 329 personas vieron al Babe irse del beisbol a su estilo, con un enorme batazo más allá de las bardas del rightfield. Desde luego, no fue uno de los 714 jonrones de su record, sino una inolvidable exhibición de lo que quedaba del poder del Bambino.

Esa tarde resultó extraordinaria para los fanáticos que acudieron al estadio capitalino. Pasquel pensaba 24 horas al día en el beisbol y en cómo promoverlo en México. Por eso se le ocurrió lo de George Herman (Babe) Ruth, quien había despachado los últimos seis cuadrangulares de su carrera de bigleaguer luciendo el uniforme de los Bravos de Boston.

Cuando Ruth llegó a tierra mexicana aquella vez, estaba en sus 51 años de edad y aparentemente gozaba de muy buena salud. No presentaba ningún síntoma del cáncer en la garganta que acabó con su vida 27 meses más tarde, el 16 de agosto de 1948.

Pasquel convenció a Ruth de que hiciera algunos swings, con la idea de que sacara la bola.

La pelota de uno de los batazos del Babe pasó por encima de las bardas del rightfield, y nadie en el Delta era más feliz que el mismo Ruth.

El pitcher Alberto Romo, uno de los estelares de la época, fue enviado por Pasquel a lanzarle al Babe, “como pitcher de práctica, para que el hombre pueda sacar la bola y divierta a la gente”.

Eso fue lo que hizo Romo. Misión cumplida.

Pasquel solía comentar…: “Por supuesto que pensaba en que los mexicanos querían a Ruth, pero jamás imaginé que fuera con tanta pasión, con tal entrega”.

RETAZOS. El problema de esta anécdota es el pitcher inicial fue el cubano Ramón Bragaña, entonces de los Azules del Veracruz, quien por querer lucirse frente al viejo Ruth, le tiró rectas a su mayor velocidad, a las cuales no podía conectar quien no bateaba hacía más de una década.

Por eso Pasquel mandó a Romo en vez de Bragaña, quien insultado, fue a reclamarle al gerente de Pasquel, Ernesto Carmona. Lo desafió a pelear, y le resultó muy buen boxeador. Bragaña quedó con la cara toda amoratada, sangraba mucho por la nariz, e iba ya sin trabajo, al aeropuerto, rumbo a La Habana. Todo lo de Ruth y alrededores es inolvidable.

Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú.




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