21 Ene, 2021 | Cada vez que un amigo se acerca a la poesía, a mí, en lo particular, me parece una suerte de renacimiento, un redescubrirse como un otro que se atreve a ahondar en el verbo para sacar de su hueso el alma de lo invisible. El caso de Emiliano, no ha sido distinto. Él, un entrañable amigo, se llega a la prosa como ese otro, en un principio tímido, y luego le anda y desanda como quien conoce una casa desde una vida pasada.

Hoy me es grato compartir parte de sus letras en lo que, me atrevo a decir, es la presentación formal de su poesía. Te celebro, Emiliano, por dar el paso al hermoso camino del verso.

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II.

¿Flor de un día,

ilusión perecedera?

Es irrelevante.

Lo importante es que,

así como eres,

inspiras.

VIII.

Entiendo,

vale más pájaro en mano…

¿Felicidad en jaula de oro?,

¿no mereces un firmamento?

Entiendo,

mi árbol crece lento

los frutos son escasos

las bandadas no llegan todavía.

¿Es sin mí?

es lo de menos.

Si tu sonrisa es plena

y de verdad estás completa,

yo me doy por satisfecho.

IX.

Reafírmate,

muéstrate sin fisura

todavía estás a tiempo

no tendrás paz en la duda.

Sin cenizas no hay remordimiento.

Niégalo:

esperas mi verso diario

mientras aparentas lo contrario.

Tu vanidad me da los buenos días.

XII.

Expuesto,

nombro mi motivo

iniciando cada verso,

letra al fuego clandestino,

sentenciado a ver de lejos

el horizonte de mi universo

en las esmeraldas de tu luz.

Ensueño moribundo,

¿perdido por perdido?

No.

Rodeada de soledad

aún buscas las frases de mis cenizas.

El verdadero final es el olvido.