24 Ene, 2021 | Un nuevo aniversario del 23 de enero de 1958, fecha emblemática para la democracia venezolana, transcurrió en medio de un país sumido en una profunda crisis, pero con fe y la esperanza puestas en el surgimiento de un clima de unidad y confianza que permita la realización de elecciones libres y transparentes, la recuperación de la democracia y la reconstrucción nacional en paz para retomar el camino del progreso y bienestar de todos.

El 23 de enero de 1958 fue posible gracias al espíritu unitario construido luego de un largo proceso de esfuerzos y sacrificios de las fuerzas democráticas que tuvieron que pagar una alta cuota de asesinados, presos, torturados, exiliados y perseguidos por las fuerzas represivas de una dictadura militar corrupta.

Pompeyo Márquez, quien junto a Teodoro Petkoff y otros valiosos dirigentes de la izquierda democrática fundaron el Movimiento Al Socialismo (MAS), y fue el Secretario General del Partido Comunista de Venezuela (PCV), en la lucha clandestina contra la dictadura perezjimenista, y era conocido por el seudónimo de “Santos Yorme” nos contaba que mucho costó a los partidos AD, PCV, URD y Copei la conformación del organismo unitario denominado Junta Patriótica que desarrolló células en colegios profesionales, sindicatos, universidades, empresas, y que mantuvo contactos con la Iglesia Católica y sectores de las Fuerzas Armadas en la búsqueda de una salida a la situación de entonces. Al final, se impuso el espíritu de la unidad y la vocación democrática de los venezolanos.

Hoy, con las características históricas, económicas, culturales y políticas del presente tenemos una situación parecida a la vivida en la década de los 50. Una camarilla enseñoreada en el poder con apoyo militar y policial, que cuenta con el respaldo internacional de países con regímenes antidemocráticos y que pretende perpetuarse mediante trampas y maniobras que vulneran la Constitución utilizando como escudo la soberanía nacional y como pretexto permanente la autodeterminación de los pueblos.

Hasta este momento, el mundo democrático internacional a través de la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA), el Grupo de Lima, Estados Unidos y Canadá han venido ofreciendo un sólido apoyo a las fuerzas del cambio político en Venezuela, pero dichas fuerzas deben corresponder construyendo un vigoroso movimiento dispuesto a conquistar la democracia en nuestra patria. Es lo menos que se puede esperar y aspirar.

Hoy, todos los Poderes Públicos son controlados por el régimen y como tal sus titulares no gozan de legitimidad democrática. Representan un poder de facto que ejercen violando lo preceptuado en la Carta Magna. Constituye, un reto y un desafío lograr la reinstitucionalización del país.

Se impone un replanteamiento del camino a seguir, de la ruta para conquistar el cambio y desde ya algunos dirigentes afirman que es necesario volver a la ruta electoral utilizando el voto como instrumento de cambio político y demostrar la mayoría determinante que representa la oposición.

Venimos de una farsa electoral realizada para la elección de diputados a la Asamblea Nacional. Allí, no participamos y lo hicimos conscientes de que no existían condiciones para un proceso libre, democrático y transparente. Este año concluye el periodo de gobernadores, alcaldes, consejos legislativos regionales y concejos municipales. ¿Vamos o no a participar en estas elecciones?

Tal coyuntura debe discutirse ampliamente, con sensatez y madurez, con visión amplia y de futuro, pensando en el país y en su gente inspirados en el espíritu del 23 de enero de 1958.

Por ahora, luchar por condiciones electorales adecuadas es lo prioritario, participar como el régimen propone y dispone, no es justo, conveniente, ni útil para las fuerzas del cambio político Lo que vendrá será la toma de posición de los distintos factores de oposición y sus líderes. Bienvenido sea la discusión y el debate.

Un minuto con la Transparencia:” Sin Dios la sociedad acaba deshumanizada.” San Juan Pablo II.