Porlamar
27 de abril de 2024





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Olorosa a sol, Porlamar
¿Cómo puede oler el sol? La particular expresión no hallaba ninguna referencia en mi experiencia sensorial, como suele pasar a navegados y foráneos. Quizás era sólo un giro poético.
Hilda Mendoza Ramírez

26 Mar, 2024 | Hace poco hablaba con la señora Audelina Aguilera de un asunto rutinario, en su oficina en un instituto educativo en Porlamar, cuando entró su nieto corriendo acalorado, y ella le dijo: “¡Muchacho, estás oloroso a sol!”. Esa sencilla frase detonó en mí eso que llaman “insight”: de repente pude entender la curiosa expresión que utilizó el maestro Inocente Carreño en su canción Mañanita pueblerina.

“¿Es que acaso el sol no huele?”, dijo el mismísimo Carreño durante una entrevista acá en su natal Porlamar, en junio de 2010, con motivo de un homenaje a su obra en el XIII Festival D’Canto. Fue su iniciativa comentarlo, acostumbrado a que le cambiaran esa parte de la letra al famoso valse suyo. Dice originalmente: “Linda mañanita de mi pueblo, olorosa a sol y a leche fresca”. Y finaliza: “mañanita olorosa a leche y sol, sé buena por favor”.

¿Cómo puede oler el sol? La particular expresión no hallaba ninguna referencia en mi experiencia sensorial, como suele pasar a navegados y foráneos. Quizás era sólo un giro poético.

Conocía la pieza porque la cantábamos hace más de veinte años en el Coro de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, bajo la dirección del profesor merideño Rubén Rivas. Y sabía –como él lo había comentado ese día en la entrevista- que muchas agrupaciones corales convertían la frase en “olorosa a flor”, sin saber que se equivocaban. Tal vez les sonaba algo extraño como me pasaba a mí… hasta que oí a la señora Audelina.

“¿Cómo huele el sol?”, le pregunté a ella, pues no atiné a preguntárselo en el preciso momento al propio maestro Carreño y me quedó esa curiosidad. Ella no supo explicarme en un principio, pero luego buscó la forma de hacerlo inteligible. Se trata –parafraseándola- de los humores que despiden los cuerpos y las cosas cuando están largamente expuestos al sol.

Me contó además que esta frase -en la que ella no había reparado mucho-, la usaban en su familia y también se la había oído a otras personas de acá. De manera que no era sólo el resultado de la imaginación creadora del compositor, sino que era una expresión popular.

Otras cosas guardan mucho sentido. El compositor señala la “mañanita pueblerina” como la “única confidente” de sus penas, al igual que lo expresa el cantautor roblero Jesús Ávila en “El mar”, su hermoso tema. Ambos dejan colar esa melancolía y ternura margariteña que está en el fondo de la alegría y el bullicio.

Estos días vi el bello tributo a Japón que hizo el director Win Wenders en su más reciente filme “Perfect days”, y se me ocurrió que -salvando no sólo la enorme distancia geográfica sino con el realizador-, yo también podría homenajear en estas líneas a Porlamar, a través de ese grandioso personaje que es el maestro Inocente, con el telón de fondo de su música.

El sábado la municipalidad celebró en la playa Bella Vista, el encuentro Voladores de Sueños, dentro del marco del XXX Festival “Pedro V. Ferrer”, donde los niños elaboraron y alzaron sus propias cometas. Por momentos, entre la música popular y tropical, surgía la portentosa obra sinfónica “Margariteña”, de Inocente Carreño, inspirada en los cantos de su tío y su abuela durante su niñez, en el primer tercio del siglo pasado, en la calle La Marina de Porlamar. Los acordes contra el cielo estampado de colores me hicieron el día.




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