13 Jun, 2017 | La manifiesta sumisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) y de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) a los mandatos del Poder Ejecutivo son hechos notorios que revelan la sistemática violación de la Constitución y la intención de perpetuar un gobierno autocrático que pisotea la democracia y los derechos humanos. Por tal razón, la superación de la crisis que padecemos requiere del respeto y defensa de las normas constitucionales y de los principios y valores de la democracia.

Van cerca de 70 días de protestas brutalmente reprimidas por el gobierno de Maduro. Más de 60 ciudadanos fallecidos, más de 100.000 bombas lacrimógenas lanzadas contra manifestantes, edificios y viviendas, centenares de detenidos, muchos robados y humillados por efectivos de la Guardia Nacional y la Policía Nacional, como lo denunció el propio ministro de la Defensa, y todo en medio de una pavorosa crisis por falta de alimentos y medicinas.

Esto es el lamentable resultado del flagrante desconocimiento de la Constitución por parte del gobierno que ahora llama a una Constituyente burlando los preceptos de la Carta Magna.

Hoy, los sondeos de opinión demuestran que más del 70% de los venezolanos rechaza esa Asamblea Constituyente teñida de fraude y manipulación, que solo vendría a profundizar la división lanzando al país por el despeñadero de la violencia que deriva de la vocación totalitaria del gobierno.

El restablecimiento del hilo constitucional es la tarea que nos corresponde a todos, guiados por el espíritu, propósito y razón de los artículos 5, 333, 347 y 350 de nuestra Constitución, los cuales establecen que: “la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo…”, “que todo ciudadano investido o no de autoridad tiene en deber de colaborar con el restablecimiento de la vigencia de la Constitución…”, “que el pueblo de Venezuela es depositario del poder constituyente originario…” y que “el pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana… desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”.

Más claro ni el agua. Defender la Constitución y la democracia es lo que nos toca si queremos un país digno, libre y próspero.